referencia


Las peseras son constantes en el caos.
Siempre son peligrosas.
Te rebasan zumbando.
Se pueden detener en cualquier momento
y bajar pasaje en el manubrio de tu bici.

Se abren o se cierran más o menos cuando les da la gana,
y siempre siguen la misma ruta.

Siempre actúan como lo que son:
obreros de la calle, arrieros del nuevo milenio,

saben que conducen veintenas de compañeros de clase
y que por lo tanto tienen prioridad sobre la señorita
que se levantó tarde para llegar al ITAM,
y sobre la señora del camión blindado que tiene prisa
por recoger a los herederos al cole,
y que se sienten con derecho a dar vuelta a la derecha donde sea,
por encima de peatón joven o viejo, exepcional o exepción,
y sólo sienten respeto por estas ballenas del proletariado,
amparado en las cuales un ciclista puede seguir confiado
su camino sobre División del Norte,
sin ser asesinado en el cruce con el Eje Central.

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